La tradicional ceremonia se realizó en la ciudad de Olimpia, el escenario donde se realizaron los primeros Juegos Olímpicos de la Antigüedad en el año 776 A.C. El acto no fue abierto al público y las acreditaciones se limitaron al mínimo.
La llama olímpica se encendió este jueves en las ruinas de Olimpia, en la tradicional ceremonia que entrega la antorcha al primer portador, que inicia el recorrido por tierras griegas hasta su entrega al país anfitrión, Japón.
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En un acto marcado por la precaución ante el avance del coronavirus, las medidas de acceso se han extremado, al limitar a 100 el número de acreditaciones expedidas por el Comité Olímpico Griego.
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Entre las autoridades que estuvieron presentes, figuran el saliente presidente de Grecia, Prokopis Pavlópulos, quien mañana deja el cargo, y el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el alemán Thomas Bach.
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El representante especial de la delegación japonesa, Toshiaki Endo, agradeció al Gobierno griego las medidas de seguridad previstas para poder celebrar el acto e hizo referencia a la llama olímpica y al recorrido que sigue como “un símbolo de paz”.
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Thomas Bach, presidente del COI, alabó en su discurso el compromiso mostrado por el país anfitrión y dijo que “Japón ha demostrado su creatividad en cuanto a sostenibilidad, tecnología y crecimiento”.
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En su intervención el presidente del Comité Olímpico Griego, Spyros Capralos, destacó que por primera vez en la historia la primera portadora ha sido una mujer, la tiradora Anna Korakaki, lo que, dijo, constituye un “símbolo por la igualdad de género”.
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Acto seguido, se procedió al encendido del fuego olímpico, que como marca la tradición, se hizo con rayos solares tras la plegaria, recitada por la actriz Xanthi Yeoryíu, en su papel de Gran Sacerdotisa de Olimpia.
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Dirigiéndose a Apolo, la sacerdotisa exclamó “Dios del sol y del ideal de la luz, envía tus rayos y enciende la llama sagrada para la ciudad hospitalaria de Tokio”.
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Tras una danza musicada por el arpa del compositor Yannis Psimadas, Yeoryíu entregó la antorcha a la primera portadora, la tiradora olímpica helena Anna Korakaki.
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Anna Korakaki llevó la llama ante el monumento a Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos, y después pasó el testigo a la siguiente portadora, la maratoniana nipona Mizuki Noguchi.
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Con ese gesto se inicia el periplo -que durará una semana- por toda Grecia, que pasará por varios sitios arqueológicos, como Cnosos, Micenas o la misma Acrópolis en Atenas y finalizará en el Estadio Panatinaico, sede de los Juegos Olímpicos de Atenas de 1896.